
El espíritu humano oscila entre dos caminos: la exploración del sueño, donde busca un sentido en el mundo de las formas, y el retorno a la verdad, donde recuerda su unidad con Dios. El Camino Rojo, marcado por prácticas chamánicas, se adentra en las dimensiones del sueño, explorando tanto la luz como la sombra, las emociones profundas y la densidad de la existencia material. Por otro lado, el Camino Blanco trasciende el sueño, enseñando que solo lo Absoluto es real. Estos dos caminos ilustran las etapas del despertar: desde la exploración de las ilusiones hasta su superación total.
El Camino Rojo: Adentrándose en las dimensiones del sueño
El Camino Rojo honra la naturaleza, a los ancestros y los misterios visibles e invisibles del mundo. A través de rituales, ceremonias y medicinas sagradas como la ayahuasca, el peyote, el San Pedro y la psilocibina, explora las capas profundas de la conciencia, incluyendo la exploración de la sombra, las emociones intensas y la densidad material de la existencia.
Una búsqueda de unidad en la materia
Este camino busca una unidad aparente en las interconexiones de la naturaleza y las dimensiones sutiles:
Las ceremonias permiten una comunión con la Tierra y los elementos.
Las medicinas sagradas revelan realidades multidimensionales, donde se pueden percibir entidades, visiones cósmicas o memorias del alma.
La exploración de la sombra y las emociones profundas ayuda a integrar los aspectos reprimidos del ser, ofreciendo sanación interior.
Sin embargo, mientras el espíritu siga buscando en este mundo – a través de prácticas, visiones o dimensiones sutiles – afirma que el amor y la unidad están fuera de sí. Coloca su poder en lo que cambia, en formas efímeras, sin darse cuenta de que la verdadera unidad solo puede encontrarse en lo eterno.
La locura de la idea de separación y la pequeñez
Un Curso de Milagros explica que el mundo nació de una idea loca: la creencia de que la separación de Dios era posible. Ese instante, conocido como "el velo del olvido", creó un universo donde el espíritu parece pequeño y vulnerable, proyectando un mundo para escapar de la culpa que cree real.
Capítulo 15, sección III – "La pequeñez contra la grandeza":
"Cada vez que eliges hacer algo para aliviar tu sentimiento de carencia, confirmas la idea de que la pequeñez es tu identidad. En realidad, tu grandeza te llama, pero no puede ser escuchada mientras sigas buscando en la ilusión aquello que no puede encontrarse allí."
Un choque para el ego
Esta visión, que afirma que todo lo que se busca en el mundo es una ilusión, puede parecer radical y confrontar profundamente al ego:
El ego se aferra a sus ídolos – relaciones, prácticas, experiencias – porque refuerzan la idea de que puede "hacer algo" para encontrar la unidad.
Cuando se le presenta la idea de que nada en el mundo puede satisfacer esa necesidad, el ego se siente amenazado existencialmente. Reacciona con rechazo, duda o ira.
"Cada pensamiento que aceptas refuerza la verdad o te entierra más profundamente en la ilusión." (T-14.VII.5:2)
Esta afirmación resalta la importancia de cada elección, revelando que el ego, cuando se enfrenta a la posibilidad de su disolución, resiste intensamente. Sin embargo, este rechazo es natural, porque el ego no puede concebir una realidad donde no tenga un papel. Es precisamente al soltar la ilusión que el Espíritu puede recuperar su grandeza.
El Camino Blanco: Trascender el miedo y volver a la grandeza
El Camino Blanco enseña que la verdadera unidad no puede encontrarse en las dimensiones del sueño. Invita a ir más allá de todas las formas, no rechazándolas, sino reconociendo su irrealidad.
Reconocer la grandeza del Espíritu
"La grandeza es lo que eres. La pequeñez es lo que has fabricado. Pero lo que has fabricado no tiene poder sobre ti, a menos que decidas dárselo."
El miedo a soltar los ídolos
Dejar ir los ídolos – prácticas, relaciones, experiencias espirituales – puede generar miedos profundos:
Miedo a perder lo que parece dar sentido a la vida.
Miedo al vacío, a no saber quién se es sin estos apegos.
Miedo a lo desconocido, ya que el ego se alimenta de lo familiar, incluso si esto causa sufrimiento.
Este miedo es un paso necesario, ya que revela los apegos que nos mantienen en el sueño. El Curso nos invita a mirar este miedo con suavidad y sin juicio:
"No temas mirar al ego con el Espíritu Santo. No hay nada que no pueda disipar en la luz de la verdad." (T-11.V.1:2-3)
Una elección intransigente
El momento en que el espíritu elige el Camino Blanco es cuando decide:
Ver que todas las búsquedas en el sueño son inútiles.Mientras el espíritu crea que la paz y la unidad pueden alcanzarse a través de prácticas, experiencias o relaciones, permanece atrapado en el ciclo de deseos y expectativas. Solo al reconocer la irrealidad de todo ello puede comenzar a soltar.
Depositar sus ídolos.Los ídolos – ya sean visiones, prácticas espirituales o apegos emocionales – nunca pueden llevar a la verdad. El espíritu debe venir "con las manos vacías ante Dios" (T-14.X.8:3-4), en total rendición, listo para recibir el amor y la paz incondicionales.
Elegir a Dios."Cada decisión que tomas es para Dios o para el infierno." (T-15.I.10:7)Esta elección es simple en esencia, pero requiere mirar honestamente dónde aún se coloca la fe: en el amor incondicional de Dios o en las ilusiones del ego.
De la sombra a la luz: Integrar la experiencia del Camino Rojo
El Camino Rojo, aunque explora las ilusiones, no es inútil. Permite:
Enfrentar la sombra con valentía, explorando emociones reprimidas y miedos inconscientes.
Reconocer la complejidad del sueño, revelando dimensiones sutiles e interconexiones ilusorias.
Preparar al espíritu para soltar, mostrando los límites del apego a la materia y las experiencias.
Cuando el espíritu está listo, incluso las prácticas del Camino Rojo pueden convertirse en peldaños hacia el Camino Blanco, ofreciendo claridad sobre lo que es irreal y abriendo la puerta a la rendición total de las ilusiones.
El salto final: Elegir lo Absoluto
La transición del Camino Rojo al Camino Blanco es un salto hacia lo desconocido. No requiere rechazar la experiencia del sueño, sino verla por lo que es: una herramienta para recordar lo que está más allá.
La verdad es simple: nada en el mundo puede darte lo que buscas, porque lo que buscas ya está dentro de ti.
La elección es intransigente: seguir buscando en las ilusiones o soltar todos los ídolos para abrazar la grandeza del Espíritu.
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