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Un curso de milagros: discerniendo las enseñanzas

Foto del escritor: Alison SarahAlison Sarah

Actualizado: 16 oct 2024

En el camino hacia el descubrimiento interior, cada camino ofrece una parte de verdad y contribuye al despertar de nuestra conciencia. Como dice el refrán, todos los caminos llevan a ROMA (AMOR), este destino final que todos compartimos.

Si todos los caminos conducen allí, algunos son más rápidos que otros.




Las enseñanzas de Arten y Pursah, del libro " la desaparición del universo" , nos recuerdan una clave esencial del Curso de Milagros: el acortamiento del tiempo. El Curso nos invita a trascender el mundo de las formas, donde estamos atrapados por la ilusión del tiempo lineal. Al conectarnos directamente con quienes somos desde toda la eternidad, es posible disolver años, incluso vidas de aprendizaje, en un solo momento de aceptación. Este proceso de despertar, aunque a veces lento, puede acelerarse radicalmente mediante la práctica del verdadero perdón como se enseña en el Curso. En lugar de buscar mejorar nuestro carácter con el tiempo, el Curso nos invita a dejar de lado la ilusión del tiempo mismo, devolviéndonos al momento eterno donde el Amor ya se revela plenamente dentro de nosotros.

Para aquellos que deseen estudiar el curso, puede resultar difícil navegar por la gran cantidad de información que se ofrece hoy en día. Desde un lugar abierto, tomemos un momento para observar las enseñanzas que encontramos y discernir aquellas que resuenan con la esencia más profunda del Curso de Milagros. Aquí no se trata de juzgar o criticar otros tipos de enseñanza, sino simplemente de ahorrar tiempo a quien así lo desee.


Dios se experimenta a sí mismo a través de nosotros.

En algunas enseñanzas espirituales, la idea de que Dios se experimenta a sí mismo a través de nosotros puede parecer atractiva, pero El Curso de Milagros nos invita a ver más allá de esta creencia. Dios no necesita experimentarse a Sí mismo, porque Él ya es la totalidad del Amor. Lo que experimentamos en el mundo es una ilusión de separación, no una exploración divina.

Sin embargo, incluso en el sueño (Nuestra illusion) hay momentos de belleza y gracia que nos recuerdan la memoria de Dios. Estos momentos, donde se manifiestan el amor y la paz, nos permiten tocar la realidad de quiénes somos realmente. No son experiencias de Dios en nosotros, sino recordatorios, reflejos del Amor infinito que nos espera más allá de la ilusión.


"Dios no sabe nada de este mundo, porque no existe para Él. No lo guarda en Su Espíritu porque no lo comparte con vosotros." (T-11.VIII.1:3-4)

Dios no se expresa a través de las ilusiones del mundo, ni las valida experimentándolas. Al contrario, Él sabe que ya estamos completos, perfectos y unidos a Él, más allá del sueño de la separación. La idea de que Dios necesita "experimentarse" a sí mismo a través de nosotros implica que la ilusión tiene una realidad o utilidad divina, mientras que el Curso nos enseña que el mundo de la forma es una proyección de nuestros pensamientos de separación, y no una creación de Dios.

Por lo tanto, el Curso nos anima a dejar de lado esta creencia y reconocer que nuestra verdadera función no es ser un vehículo para ninguna exploración divina, sino más bien despertar de este sueño. No estamos aquí para hacer que la ilusión sea más real o significativa, sino para trascenderla:


"Dios no sabe nada de ilusiones. Pero el Espíritu Santo, como Mediador entre las ilusiones y la verdad, puede utilizarlas, pero nunca las confunde con la verdad". (T-17.I.5:1-2)

Al abrazar esta comprensión, nos liberamos de la idea de que somos actores de un plan divino de experimentación y recordamos que nuestra única función verdadera es despertar a la realidad del Amor que somos. Dios no necesita experimentar, porque en Su plenitud todo ya está cumplido.


El momento presente


El Curso de Milagros enfatiza el momento presente como un espacio de liberación, no de creación material. A diferencia de algunas enseñanzas de la Nueva Era que alientan el uso del momento presente para manifestar realidades futuras o materializar deseos personales, el curso enfatiza que el único propósito verdadero del momento presente es recordarnos que el ego y el mundo físico son sólo ilusiones.


El momento presente es el momento en el que podemos practicar el perdón, lo que significa dejar de lado toda identificación con el pasado, los juicios y las ilusiones de separación. Aquí reside la clave del despertar: reconocer que todo lo que parece suceder en el mundo es una proyección de nuestra mente.


la Manifestación


En la mayoría de las enseñanzas contemporáneas, la manifestación a menudo se presenta como la capacidad de crear la propia realidad a través de la intención o los pensamientos. Por el contrario, sigue siendo parte del sueño, una ilusión más que refuerza la separación. El deseo de controlar o manifestar algo en el mundo proviene del ego, el yo que quiere algo, que busca mantener la creencia en un mundo externo y reforzar la idea de individualidad.


Cualquier intento de manifestar un cambio en el mundo externo sólo prolonga la ilusión . La verdadera manifestación es la de la paz interior y el amor a través del perdón. El objetivo no es transformar el mundo exterior, sino transformar nuestras mentes abandonando la ilusión de que este mundo es real.


La manifestación del Ser.


El concepto de “manifestación del Ser” debe interpretarse de manera diferente dentro del curso. El Ser no busca manifestarse en forma ni en el mundo material, porque el Ser está más allá del mundo de las formas. Las enseñanzas del curso nos recuerdan que el Ser ya es completo y perfecto, y que no necesita “manifestarse” a través del cuerpo o la materia para ser real. Esta idea de manifestación del Ser es a menudo una dilución del mensaje del curso, porque sugiere que el Espíritu o el Ser podrían tener la necesidad de experimentar en el mundo material, lo cual es contrario a la unidad y plenitud de la enseñanza del curso. .


¿Las lineas de tiempo elegidas o no?


Las enseñanzas sobre las lineas de tiempo y la elección de experiencias pueden resultar confusas. Muchos enfoques espirituales enseñan que podemos elegir diferentes líneas de tiempo, creando realidades paralelas basadas en nuestros pensamientos o decisiones.


"El tiempo no existe. El único intervalo es el que parece separar este momento de aquel en el que la última ilusión, que es sólo el perdón, se reconoce tal como es. Cualquier otra ilusión será perdonada en este. El tiempo tiene un solo fin. : la culminación del perdón." (T-26.V.3:3-6)

Esto muestra que la única opción verdadera es la del perdón, que trasciende todas las ilusiones de líneas de tiempo y realidades paralelas. El Curso enfatiza que el tiempo es una herramienta del ego para mantener la separación, pero que podemos liberarnos de ella eligiendo la paz y reconociendo la irrealidad del mundo y del tiempo.


Un aspecto fundamental es que todo lo que experimentamos, incluida la vida, la muerte e incluso lo que llamamos el más allá, forma parte de un sueño colectivo.


Esta noción subraya que nuestra realidad, por tangible que parezca, es en última instancia una proyección de nuestros pensamientos y creencias. Esto incluye nuestras concepciones del tiempo y el espacio, que están moldeadas por nuestras experiencias individuales y colectivas.


En este contexto, el perdón se convierte en una poderosa herramienta. Al elegir perdonar, nos liberamos de los patrones de pensamiento negativos y de las ilusiones traumáticas que nos mantienen aquí. Esto puede permitirnos cambiar nuestra línea temporal, acceder a otras posibilidades y dejar de revivir los mismos ciclos de sufrimiento. Sin embargo, es importante reconocer que este cambio no es automático. Perdonar no significa necesariamente que el resultado vaya a ser siempre positivo.


Esto se debe a que no tenemos la visión global del Espíritu Santo, que comprende todo el plan divino y las razones más profundas que hay detrás de cada experiencia. Por eso, incluso con el perdón, puede haber elementos de nuestro viaje por los que todavía tengamos que pasar. A veces, lo que parece dolor o dificultad puede servir a un propósito mayor en nuestra evolución espiritual.


Este recordatorio nos anima a abordar el perdón con cierta humildad. No se trata simplemente de barrer nuestras heridas bajo la alfombra, sino de reconocer que cada situación es única.


Si el mundo es una proyección, ¿elijo lo que experimento?


Sí, el mundo es una proyección de nuestras creencias, pero el curso explica que esta elección a menudo se hace a nivel inconsciente. No elegimos conscientemente cada experiencia que tenemos; son un reflejo de nuestras creencias inconscientes, a menudo basadas en la culpa y el miedo. La verdadera elección radica en cómo respondemos a estas experiencias: con el ego o con el Espíritu Santo.


No controlamos los detalles del sueño porque son sólo una proyección. Sin embargo, tenemos el poder de elegir cómo percibimos esta proyección, y ahí es donde reside el verdadero poder de transformación.


¿Es el cuerpo una manifestación de la divinidad que desea experimentar?


El Curso enseña que el cuerpo es una proyección de la mente separada, una herramienta que el ego utiliza para mantener la idea de separación y limitación. A diferencia de algunas enseñanzas que afirman que el cuerpo es una manifestación divina o un vehículo para el alma, el Curso afirma que el cuerpo no tiene realidad en sí mismo. Es neutral y no tiene valor intrínseco a menos que se utilice para un propósito más allá de sí mismo.


El Espíritu Santo, sin embargo, puede reinterpretar el uso del cuerpo. En lugar de verlo como un fin en sí mismo o un vehículo para el ego, el Espíritu Santo usa el cuerpo como una herramienta para enseñar el perdón, la comunicación y la expresión del amor. Desde esta perspectiva, el cuerpo se convierte en un medio para superar las ilusiones de separación:


“El Espíritu Santo ve el cuerpo sólo como un medio de comunicación, una herramienta de perdón y no un fin en sí mismo”. (T-8.VII.2:7)

Cuando elegimos dejar que el Espíritu Santo guíe nuestra percepción del cuerpo, éste deja de ser un lugar de dolor, conflicto o ataque y se convierte en un instrumento a través del cual podemos recordar que el amor y la unidad trascienden toda forma. El Espíritu Santo no hace del cuerpo una expresión directa de la divinidad, porque el Ser divino no necesita experiencia corporal para realizarse. En cambio, Él lo usa para guiarnos hacia la paz y la reconciliación con nuestra verdadera identidad, que no tiene nada que ver con el cuerpo y sí con el espíritu.


En esto, el cuerpo es reinterpretado no como un fin, sino como un mero medio temporal para aprender la verdad del perdón y la unidad, hasta que la ilusión del cuerpo desaparezca por completo en la plena realización del Amor que somos.


La búsqueda de la iluminación personal


Algunas enseñanzas espirituales alientan la búsqueda de la iluminación como una meta personal o individual a alcanzar. Esto crea la idea de que la iluminación es algo difícil o reservado para unos pocos elegidos que siguen un camino determinado.


Por el contrario, el curso enseña que la iluminación es nuestro estado natural, ya presente en cada uno de nosotros, y que no hay nada que buscar. El proceso no es una búsqueda para obtener algo, sino más bien un reconocimiento de lo que ya está allí, un levantamiento de los velos de la ilusión.



Trabajando con energías


Los enfoques para trabajar con energías, ya sea a través de la curación energética, el trabajo con los chakras o la eliminación de bloqueos, se utilizan comúnmente en el entorno espiritual moderno. Sin embargo, como es natural, cualquier trabajo con las energías del cuerpo o bloqueos energéticos podría reforzar la creencia de que el cuerpo es real y que hay algo que "curar" o "corregir". Podríamos perder de vista el hecho de que el curso enseña que el cuerpo y sus sistemas energéticos son ilusiones, manifestaciones de la creencia en la separación.


El verdadero trabajo se realiza al nivel de la mente. Cuando la mente se cura a través del perdón, la necesidad de "desbloquear" las energías del cuerpo desaparece, porque te das cuenta de que el cuerpo en sí es una ilusión.


"La magia es el uso de remedios que, aunque no tienen poder real, se emplean con la idea de que tienen poder curativo. No es la medicina la que cura, sino la creencia de que el cuerpo es una realidad separada que necesita curación. La verdadera sanación ocurre sólo en la mente. (T-2.IV.2:6-8)

La magia busca resolver problemas donde no se encuentran, en el cuerpo y en el mundo, en lugar de en la mente, donde puede tener lugar la única curación verdadera.


Recuerdos del alma


Algunas tradiciones espirituales hablan de recuerdos del alma, vidas pasadas o experiencias kármicas que deben liberarse. Sin embargo, aquí estos conceptos se ven como ilusiones temporales. El alma, o Ser verdadero, es eterna y está más allá de toda memoria o experiencia. Creer que el alma está sujeta al karma o que porta recuerdos del pasado no deja de ser una ilusión del ego, porque mantiene la idea de separación en el tiempo.


Cualquier idea de los recuerdos del alma o del karma es una construcción de la mente separada. La única “memoria” que importa es la de la unidad con Dios.


La idea de “Sanar al personaje”


En muchos sistemas de creencias espirituales, el énfasis está en mejorar o sanar el "yo" o el carácter que desempeñamos en esta vida (por ejemplo, curar traumas, mejorar habilidades, relaciones o desarrollar la autoestima). El curso sin embargo, enseña que este “yo” no es real y que tratar de arreglarlo sólo refuerza la ilusión. La verdadera curación no se trata de personalidad o ego, sino de regresar al verdadero Espíritu, que ya está completo.


Usar rituales para la transformación espiritual


Los rituales, ya sean chamánicos, energéticos o espirituales, se utilizan a menudo en varios sistemas espirituales como formas de acceder a la transformación o la sanación. Sin embargo, en el curso los rituales son vistos como intentos de dar poder a formas o acciones en el mundo material. Cualquier verdadera transformación o curación no proviene de un ritual, sino de un cambio de percepción en la mente. Los rituales, aunque puedan considerarse simbólicos, corren el riesgo de reforzar la idea de que la forma tiene un poder real.


"La magia es un medio para intercambiar una ilusión por otra. Sin embargo, las ilusiones nunca traen una verdadera curación, porque no tocan la causa del sufrimiento. Un milagro, por el contrario, sólo revela lo que ya está allí, transformando la percepción de miedo en amor." (T-1.VII.1:1-3)

La búsqueda de la misión de vida.


Muchos enfoques espirituales enfatizan encontrar la "misión de vida" o el propósito único de uno en la Tierra. Esto puede crear la impresión de que cada individuo tiene un papel específico que desempeñar en este mundo, reforzando así el ego al atribuirle un significado o importancia particular. Esta idea de misión personal puede distraernos de la verdad última de que todos somos uno y nuestra única “misión” es perdonar y regresar a la conciencia de unidad. La creencia en una misión personal refuerza la idea de que este mundo es real y que tenemos una función especial en él (por lo tanto, algunos tienen roles más importantes que desempeñar que otros).


La ley de la atracción.


La ley de la atracción es un ejemplo clásico, se enseña que podemos atraer hacia nosotros lo que deseamos a través de nuestros pensamientos y emociones. Esta ley refuerza la idea de que el mundo y los objetos materiales tienen realidad e importancia, y que debemos intentar manipularlos para nuestra felicidad.


El curso enseña que la felicidad no proviene de obtener posesiones o situaciones externas, sino de reconocer que ya estamos completos y que la paz interior proviene del perdón y el dejar ir, no de controlar el mundo material.





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