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La ilusión del otro – Elegir el amor en lugar del miedo

La ilusión del mundo se basa en un error fundamental: la creencia en la separación. Esta idea da forma a todas nuestras experiencias, nuestros juicios y nuestros sufrimientos. Luchamos con historias de rechazo, traición y abandono, y sin embargo, todo esto no es más que la repetición de un viejo guion—un intento constante de demostrar que la separación es real.


Pero, ¿es realmente así?


L'unité à travers le temps


La ilusión del otro


Desde hace un tiempo, observo cómo la mente construye sus defensas. Un deseo profundo de proteger algo dentro del pequeño yo, de preservar una intimidad, un espacio que todavía creo que es mío. Sin embargo, la vida me devuelve constantemente a las mismas escenas—aquellas en las que esta intimidad parece violada, donde siento traición, donde lo que creía sagrado es expuesto.


Pero si me aferro a esta historia, ¿no es prueba de que todavía creo en este pequeño yo? ¿De que le doy vida al decidir defender mi historia?


En esta danza, el ego se aferra a sus narrativas. Las refuerza, les da peso y sustancia. Crea fronteras: existe un “yo” y un “otro”. Justificamos la necesidad de separarnos. Como el árbol que deja caer sus hojas en otoño, decimos que debemos “soltar”, “cortar lazos”, “alejarnos”.


Pero, ¿cuál es la verdadera intención detrás de estas separaciones?


¿Podemos hablar de unidad si en nuestra mente todavía hay un “otro”? Si seleccionamos, excluimos, y creamos círculos cerrados?


Un Curso de Milagros nos recuerda una verdad fundamental:

“Piensas con la Mente de Dios. Por lo tanto, compartes tus pensamientos con Él, así como Él comparte Sus Pensamientos contigo.” (Lección 45)

Si nuestros pensamientos son compartidos con Dios, entonces solo los pensamientos de amor son reales. Los otros—los que nacen del miedo, la separación y la defensa—pertenecen al ego. No son nuestros pensamientos verdaderos.


Pero si defiendo mi historia, defiendo mi pequeño yo. Lo hago real. Refuerzo la ilusión de separación.


Entonces, observo…


Observo los lugares donde todavía intento romper lazos, escapar, protegerme.


Observo cómo, en esos momentos, una parte de mí aún cree que la solución está allí—en la evasión, en tomar distancia, en romper relaciones.


Y veo la ilusión repitiéndose una y otra vez.


Creo que escapar me dará paz, pero ¿qué estoy haciendo realmente? Estoy reforzando la creencia de que hay un “yo” y un “otro.” Que el enemigo está afuera. Que algo o alguien debe desaparecer para que yo finalmente sea libre, esté en paz.


Pero, ¿dónde está la verdadera liberación si lo que rechazo “afuera” sigue habitando un espacio dentro de mí?


Entonces, ¿es realmente una solución? ¿O es solo una forma de retrasar el inevitable encuentro conmigo mismo?


Elegir la separación o el amor


Cada escenario que vivimos es amor o un llamado al amor. No puede ser de otra manera. Pero la verdadera pregunta es:


¿Elegiremos la separación una vez más o finalmente responderemos con amor?


Cada persona que parece estar frente a nosotros es una parte de nosotros mismos que aún no hemos reconocido. Mientras creamos que podemos “dejar atrás” relaciones, historias o experiencias, estas volverán con otra forma, llevando el mismo mensaje, hasta que elijamos sanar.


Creemos que encontramos paz al escapar, al alejarnos, al crear vacío. Pero la paz no se encuentra en el exilio. No está en el olvido ni en la ilusión de renovarnos a través de la separación.


La paz es una elección interna, un cambio de mirada.


Y es en este cambio donde la ilusión del otro desaparece, donde la falsa idea de un mundo hostil se disuelve. Este mundo no es más que un espejo de la mente que lo percibe.


Cuando entendemos esto, ya no necesitamos proteger nuestros pensamientos, ni levantar muros. El amor no necesita defensas.


Entonces, ¿qué elegimos hoy? ¿Miedo o amor? ¿Separación o unidad?


La respuesta siempre está aquí, en el momento presente.


¿Y si esto fuera el karma?


A menudo vemos el karma como una deuda que pagar, una consecuencia inevitable de acciones pasadas, una fuerza que nos devuelve a las mismas lecciones, a veces con un sentimiento de fatalidad.


Pero, ¿y si cambiáramos nuestra perspectiva?


¿Qué pasaría si el karma no fuera más que una oportunidad renovada? Un llamado a elegir el amor en cada instante, en lugar de la separación?


Si cada persona que encontramos, cada relación que creemos terminada, cada situación que se repite con otra forma, no es un castigo, sino una invitación a nuestra propia liberación.


El karma dejaría de ser una cadena que nos ata y se convertiría en una puerta abierta hacia una elección—la de ver diferente.


En cada encuentro, se nos invita a reconocer al otro como a nosotros mismos. A ver más allá de las apariencias, más allá de las viejas historias, y a elegir el amor en lugar de repetir los mismos escenarios de miedo y separación.


Si seguimos huyendo, los mismos rostros volverán—o vendrán otros, desempeñando los mismos papeles.


No porque debamos sufrir, sino porque se nos está dando la oportunidad de sanar aquello que aún no hemos mirado con amor.


Así que, en lugar de ver el karma como un destino inevitable, ¿qué pasaría si lo reconociéramos por lo que realmente es?


Una invitación al amor.


Quizás el karma no sea un peso que cargar, sino un recordatorio amable:


Todavía tienes una elección. Aquí, ahora. ¿Qué eliges?


Karma vers l'unité


“El otro eres tú mismo” – Nisargadatta Maharaj

“Te percibes a ti mismo como un individuo separado, y por eso ves a los demás como separados de ti. Mientras creas que eres una persona distinta, el mundo estará poblado de ‘otros’. Pero cuando ves que no eres este cuerpo, ni esta mente, ni esta historia personal, entonces la separación desaparece.
El otro no es un obstáculo en tu camino, ni alguien a quien cambiar o de quien huir. El otro es tu propio reflejo, una manifestación de la misma conciencia única expresada en otra forma.
No busques la paz alejándote del mundo o corrigiendo a los demás. Ve lo que ya está aquí: una unidad perfecta, siempre presente, más allá de la mente. Cuando reconoces esto, el miedo y el rechazo desaparecen por sí mismos, y solo queda el amor.”




 
 
 

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